Nadie está nunca listo; todos siempre s
Nadie está nunca listo; todos siempre son tomados por sorpresa. La paternidad te elige a ti. Y abres los ojos, miras lo que tienes, dices «Oh, Dios mío», y reconoces que de todas las bolas que alguna vez tuviste, esta es la que no debes dejar caer. No es una cuestión de elección.
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