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La joven marquesa de Rennedon dormía aún, en su ...

La joven marquesa de Rennedon dormía aún, en su alcoba cerrada y perfumada, en su gran cama agradable y baja, entre sus sábanas de batista ligera, finas como un encaje, acariciantes como un beso; dormía sola, tranquila, con el feliz y profundo sueño de las divorciadas.


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  • Tus labios son suaves como la seda y tan dulces como el más delicioso caramelo.



  • Cada vez que nos besamos me pierdo en el momento y siento que nada importa más allá de nuestro amor.