Skip to main content

Frases de Divinidad

48


  • Una doctrina que no tiene el sentimiento de lo divino, pierde toda su fuerza en la desgracia.




  • El conocimiento humano es como las aguas, que unas descienden de lo alto y otras brotan de la tierra; en parte, está informado por la luz de la naturaleza, y en parte, inspirado por la divina revelación.




  • Demos comienzo por Júpiter, ¡oh, Musas! Todas las cosas están llenas de Júpiter.




  • Sók la divina esperanza se quedó entre los hombres; los otros dioses se remontaron al Olimpo.




  • Los dioses del hogar todavía existen para nosotros. ¡Que toda nueva religión sea tolerante con este fetichismo, si no quiere destruir sus propias raíces!




  • Hay en nosotros ciertamente una porción de la Divinidad, algo que existía antes que los elementos y que no debe homenaje al sol.




  • De todos los dioses, fue la última en abandonar la tierra ensangrentada la virgen Astrea [diosa de la Justicia].




  • Un dios cuyo martirio no significa redención, que no pretende salvar a nadie, ni está al servicio de nada, sino que simplemente está.




  • Cuidaos de que nadie os engañe con la filosofía y una vana seducción según las tradiciones y elementos de este mundo y no según Cristo, en quien habita corporalmente la plenitud de la divinidad.




  • No podemos vivir de una forma realizada si no logramos construir una divinidad interior.




  • Y así nacieron los hombres, con el propósito de mantener día con día la creación divina mediante lo mismo que dio origen a la tierra, el cielo y cuanto en ellos se halla: la palabra.




  • Haciendo el bien nutrimos la planta divina de la humanidad; formando la belleza, esparcimos las semillas de lo divino.




  • La religión es el conocimiento de todos nuestros deberes como mandamientos divinos.




  • Una falsa ciencia hace ateos; una verdadera ciencia posterna al hombre ante la divinidad.




  • Fuera de la sociedad, el hombre es una bestia o un dios.




  • El hombre solitario es una bestia o un dios.




  • Por la victoria o la muerte. Lo que los dioses nos concedan —exclamó Escipión.




  • Quizá la muerte consista en esto, en trocar la naturaleza humana por la divina.