Frases sobre Ingratitud

La gratitud es una de las mayores virtudes cristianas; ingratitud, uno de los pecados más viciosos.

La ingratitud es una hierba de cada clima, al principio prospera demasiado rápido, pero se desvanece con el tiempo.
Un hombre puede ser desagradecido, pero la raza humana no lo es.
La ingratitud es la madre de todos los vicios.
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Si dices que es culpable de ingratitud, no debes decir nada más.

Las personas desagradecidas olvidan lo que no agradecen.
La ingratitud es a menudo desproporcionada con respecto a la benefacción recibida.
Un alma quejumbrosa se queja incluso si vive en el paraíso.
Nada más detestable produce la tierra que un hombre desagradecido.
Pero los sentimientos no pueden ser ignorados, no importa cuán injustos o desagradecidos parezcan.
La ingratitud es el veneno de la virilidad.
La ingratitud hacia Dios no depende solo de nuestra negativa a dar la acción de gracias verbal debido a Él, sino que también se basa en nuestra incapacidad para apreciar sus dones y potenciales en nosotros dejándolos sin explotar.

La ingratitud enferma la benevolencia.
La ingratitud es el enemigo del alma … La ingratitud es un viento ardiente que seca la fuente del amor, el rocío de la misericordia, las corrientes de la gracia.
Una prisa excesiva para pagar una obligación es una especie de ingratitud.
La ingratitud es peor que un cáncer; se come tu alma; cegando tu corazón y tus ojos a la belleza y los milagros que nos rodean cada día en nuestras vidas.
Una lengua quejumbrosa revela un corazón desagradecido.

Odio la ingratitud en un hombre más que la mentira, la vanidad, el balbuceo, la embriaguez, o cualquier mancha de vida cuya fuerte corrupción habita nuestra frágil sangre.
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Un hombre desagradecido es como un cerdo debajo de un árbol comiendo bellotas, pero nunca levanta la vista para ver de dónde vienen.
La ingratitud es monstruosa; y para que la multitud fuera desagradecida, debían hacer un monstruo de la multitud.
¿No será preferible crear ingratos que dejar de hacer el bien? (Hay hombres que se creen sabios cuando su locura dormita.
Casi todo el mundo paga gustoso los favores pequeños; muchos agradecen los medianos; pero es raro que no se corresponda a los grandes favores con la ingratitud.
Cuando de un hombre habéis dicho que es un ingrato, habéis dicho todo lo peor que podéis decir de él.
Hacer beneficios a un ingrato es lo mismo que perfumar a un muerto.

Hacer favores a gentes que no nos han de corresponder es como recitar bellas poesías en un idioma que los otros no entienden.
Ingrato es el que sólo en secreto es agradecido.
Ingrato es quien niega el beneficio recibido; ingrato, quien no lo restituye; pero de todos, el más ingrato es quien lo olvida.
La ingratitud no basta para desanimar a la caridad, pero sirve de pretexto al egoísmo.
Lo peor de la ingratitud es que siempre quiere tener razón.
Los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol; si un bien, en el polvo.
Mal hombre es aquel que sabe recibir un beneficio y no sabe devolverlo.
Mendigo como soy, también soy pobre en agradecimiento.
Nada posees que no te haya sido dado. El que todo te lo dio bien puede quitarte algo. Eres, pues, no sólo un insensato, sino ingrato e injusto al pretender oponerle resistencia.
Nadie apunta en su agenda los favores recibidos.
No des a nadie lo que te pida, sino lo que entiendes que necesita; y soporta luego la ingratitud.

No tires piedras en el manantial donde has bebido.
Porque son los corazones humanos tan inclinados al mal, que olvidan mil servicios que les hacen, mas no la injuria que les dicen.
Saluda a la ingratitud como una experiencia que enriquecerá tu alma.
Servicios pasados son como deudas viejas: que se cobran pocas veces.
Hay tres clases de ingratos: los que se callan el favor, los que lo cobran y los que lo vengan.