Frases de Astucia

En este mundo redondo, quien no espabila, se va al fondo.
Lo que no pilla el pillo, lo pilla el payo.
Más medra el pillo, que el hombre sencillo.
En este mundo ruincillo, quien más prospera es el pillo.
Al más charrán, paga le dan.
Los hombres se equivocan con más frecuencia por demasiado listos que por demasiado buenos.
El vencer siempre fue cosa laudable, ya venza la fortuna o ya la astucia.

Las determinaciones astutas y audaces en el primer momento, se reciben con alegría; puestas en obra, hácense duras, y sus resultados son tristes.
Tretas y tetas, pueden más que letras.
Los malos admíranse siempre de encontrar alguna ingeniosidad entre los buenos.
A mí me llaman el tonto, el tonto de mi lugar, todos comen trabajando, y yo como sin trabajar.
Zorro nuevo, huele la presa, pero el viejo, la apresa.

A partir de cierta edad, bien por amor propio o bien por astucia, las cosas que más deseamos hacemos como que no nos importan.
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Más discurre un hambriento, que cien letrados.
Fabio, las esperanzas cortesanas prisiones son do el ambicioso muere y donde al más astuto nacen canas.
Los que ardan en palacio se fían tanto de su propia astucia que olvidan la de los demás.
La mujer aguda, con el marido se escuda.
La mujer artera, el marido por delantera.
Después que pícaros y tontos han sellado su amistad, no hay cosa tan peligrosa como tenerlos por enemigos.

Al más charrán, más pronto se la dan.
El más avisado, se ahoga en el vado.
De los escarmentados, nacen los avisados.
Para un osado y un sagaz, siempre habrá uno más audaz.
Hombre listo y tunante, no hay quien le eche el pie delante.
Gente de montaña, gente maña.
Con gente de montaña, no basta maña.
No hay insidias tan cautelosamente ocultas como las que se encubren con la capa del deber o con el pretexto de la amistad.
Los necios dan los banquetes, y los avisados se aprovechan de ellos.
Hay vileza en todas las artes que las damas a veces se rebajan a emplear para cautivar a los hombres. Todo lo que tenga algo que ver con la astucia es despreciable.
Ver que los ardiles del zorro triunfan sobre la justicia del león, lleva al creyente a dudar de la justicia.

Nadie está tan ocupado como el loco y el pícaro.
El valor y la sagacidad son tan comunes en los salteadores de caminos como en los héroes.
- Las tías son maquiavélicas. - ¿Tú crees? - Lo tengo comprobado, cuando nosotros estamos con el principito ellas ya están leyendo al príncipe, esa es la diferencia. - Tú dirás.
No es mal ardid, entrar riñendo, donde te han de reñir.
Del santo me espanto, del pillo, no tanto.