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Frases de Tomás de Kempis

Frases de Tomás de Kempis

Fue un canónigo agustino del siglo XV.

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  • El hombre propone pero Dios dispone



  • Sin trabajo no se obtiene descanso, como sin lucha no se consigue la victoria.



  • Los que dicen ser partidarios de la virtud por la virtud, no suelen tener virtud, pues sin Dios no hay verdadera virtud.



  • Lo que está fuera de tu vista, pronto estará fuera de tu entendimiento.



  • No permitas que tu tranquilidad dependa de los sentimientos de los hombres. Cualquier cosa que digan acerca de ti, buena o mala, no lo eres a causa de otro hombre; porque así eres tú.



  • No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más.



  • Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría. Si alguna alegría hay en el mundo la tiene seguramente el hombre de corazón puro.



  • He buscado el sosiego en todas partes, y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos.



  • El humilde conocimiento de ti mismo es un camino más seguro hacia Dios que el camino de la ciencia.



  • Si todos los años extirparamos un solo vicio, pronto llegaríamos a ser hombres perfectos.



  • El hombre propone, y Dios dispone.



  • La costumbre con la costumbre se vence.



  • No confíes en tus sentimientos, porque, sean cuales sean ahora, muy pronto habrán cambiado.



  • Si vieres alguno pecar públicamente, o cometer culpas graves, no te debes juzgar por mejor, porque no sabes cuánto podrás perseverar en el bien.



  • Toda perfección en esta vida tiene consigo cierta imperfección; y toda nuestra especulación no carece de alguna obscuridad.



  • Jesucristo: Hijo, no te enojes si algunos tuvieren mala opinión de ti, y dijeren lo que no quisieras oír. Tú debes sentir de ti peores cosas, y tenerte por el más flaco de todos. Si andas dentro de ti, no apreciarás mucho las palabras que vuelan. No es poca prudencia callar en el tiempo adverso, y volverse a mi corazón, sin turbarse por los juicios humanos.



  • La serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella.



  • Muchas veces se engañan los hombres en sus juicios, y los mundanos también se engañan en amar solamente lo visible.



  • Toma consejo del hombre sabio y de buena conciencia; y apetece más ser enseñado de otro mejor que seguir tu parecer.



  • No eres más santo porque te alaben, ni más vil porque te desprecien. Lo que eres, eso eres; y no puedes ser más grande de lo que Dios sabe que eres.



  • Si hay gozo en el mundo, el hombre de puro corazón lo posee. Y si en algún lugar hay tribulación y congojas, es donde habita la mala conciencia.



  • No se debe dar crédito a cualquier palabra ni a cualquier espíritu; mas con prudencia y espacio se deben, según Dios, examinar las cosas.



  • Jesucristo: Hijo, no te enojes si algunos tuvieren mala opinión de ti, y dijeren lo que no quisieras oír. Tú debes sentir de ti peores cosas, y tenerte por el más flaco de todos.



  • El impedimento mayor y total es qué no somos libres de nuestras inclinaciones.



  • El que no evita los defectos pequeños, poco a poco cae en los grandes. Te alegrarás siempre a la noche, si gastares, bien el día.



  • La gloria del hombre bueno, es el testimonio de la buena conciencia. Ten buena conciencia, y siempre tendrás alegría.



  • Vanidad es desear larga vida y no cuidar que sea buena. Vanidad es mirar solamente a esta presentevida y no prever lo venidero. Vanidad es amar lo que tan presto se pasó y no buscar con solicitud el gozo perdurable. Acuérdate frecuentemente de aquel dicho de la Escritura: No se harta la vista de ver ni el oído de oír (Eccl., 1, 8). Procura, pues, desviar tu corazón de lo visible y traspasarlo a lo invisible, porque los que siguen su sensualidad manchan su conciencia, y pierden la gracia de Dios.



  • La gloria de los buenos está en sus conciencias, y no en la boca de los hombres. La alegría de los justos es de Dios, y en Dios, y su gozo es la verdad. El que desea la verdadera y eterna gloria, no hace caso de la temporal. Y el que busca la gloriatemporal, o no la desprecia de corazón, señal es que ama menos la celestial. Gran quietud de corazón tiene el que no se le da nada de las alabanzas ni de las afrentas. Fácilmente estará contento y sosegado el que tiene la conciencia limpia. No eres más santo porque te alaben, ni más vil porque te desprecien. Lo que eres, eso eres; y por más que te estimen los hombres, no puedes ser, ante Dios, más grande de lo que eres.



  • La buena conciencia muchas cosas puede sufrir, y muy alegre está en las adversidades. La mala conciencia siempre está con inquietud y temor. Suavemente descansarás, si tu corazón no te reprende. No te alegres sino cuando obrares bien. Los malos nunca tienen alegría verdadera ni sienten paz interior; porque dice el Señor: No tienen paz los malos. Y si dijeren: En paz estamos, no vendrá mal sobre nosotros: ¿quién se atreverá a ofendernos? No los creas, porque de repente se levantará la ira de Dios, y pararán en nada sus obras, y perecerán sus pensamientos.



  • Si tuvieses buena conciencia, no temerías mucho la muerte. Mejor fuera evitar los pecados que huir de la muerte. Si no estás dispuesto hoy, ¿cómo lo estarás mañana? Mañana es díaincierto; y ¿qué sabes si amanecerás mañana?



  • Excusa cuanto pudieres el ruido de los hombres; pues mucho estorba el tratar de las cosas del siglo, aunque se digan con buena intención. Porque presto somos amancillados y cautivos de la vanidad. Muchas veces quisiera haber callado y no haber estado entre los hombres. Pero, ¿cuál es la causa que tan de gana hablamos y platicamos unos con otros, viendo cuán pocas veces volvemos al silencio sin daño de la conciencia?



  • En el silencio y sosiego aprovecha el alma devota y aprende los secretos de las Escrituras.



  • Bueno es que algunas veces nos sucedan cosas adversas y vengan contrariedades, porque suelen atraer al hombre al corazón, para que se conozca desterrado y no ponga su esperanza en cosa alguna del mundo. Bueno es que padezcamos a veces contradicciones y que sientan de nosotros mal e imperfectamente, aunque hagamos bien y tengamos buena intención. Estas cosas de ordinario ayudan a la humildad y nos defienden de la vanagloria. Porque entonces mejor buscamos a Dios por testigo interior, cuando por de fuera somos despreciados de los hombres, y no nos dan crédito. Por eso debía uno afirmarse de tal manera en Dios, que no le fuese necesario buscar muchas consolaciones humanas. Cuando el hombre de buena voluntad es atribulado, o tentado, o afligido con malos pensamientos; entonces conoce tener de Dios mayor necesidad, experimentando que sin EI no puede nada bueno. Entonces también se entristece, gime y ora a Dios por las miserias que padece. Entonces le es molesta la vida larga, y desea hallar la muerte para ser desatado de este cuerpo y estar con Cristo.



  • Si estuviésemos perfectamente muertos a nosotros mismos, y en lo interior desocupados, entonces podríamos gustar las cosas divinas y experimentar algo de la contemplación celestial. El impedimento mayor y total es qué no somos libres de nuestras inclinaciones y deseos, ni trabajamos por entrar en el camino perfecto de los Santos. Y también cuando alguna adversidad se nos ofrece, muy presto nos desalentamos y nos volvemos a las consolaciones humanas. Si nos esforzásemos más a pelear como fuertes varones, veríamos sin duda la ayuda del Señor que viene desde el Cielo sobre nosotros. Porque dispuesto está a socorrer a los que pelean y esperan en su gracia, y nos procura ocasiones de pelear para que .alcancemos victoria.



  • Si bien lo entiendes y lo miras a la luz de la verdad, nunca te debes entristecer, ni descaecer tanto por las adversidades; sino antes holgarte más y darme gracias. Y tener por único gozo el ver que afligiéndote con dolores, no te contemplo. Así como me amó el Padre, Yo os amo, dije a mis amados discípulos, los cuales no envié a gozos temporales, sino a grandes peleas; no a honras, sino a desprecios; no a ocio, sino a trabajos; no al descanso, sino a recoger grandes frutos de paciencia. Acuérdate, hijo mío, de estas palabras.



  • Cree en Mí, y ten confianza en mi misericordia. Cuando piensas que estás lejos de Mí, estoy más cerca de ti regularmente. Cuando piensas que está todo casi perdido, entonces muchas veces está cerca la ganancia del merecer. No está todo perdido cuando alguna cosa te sucede contraria. No debes juzgar como sientes ahora, ni embarazarte ni acongojarte con cualquier contrariedad que te venga, como si no hubiese esperanza de remedio. No te tengas por desamparado del todo, aunque te envíe a tiempos alguna tribulación, o te prive del consuelo deseado; porque de este modo se llega al reino de los cielos.



  • Ningún Santo fue tan altamente arrebatado y alumbrado que antes o después no haya sido tentado. Pues no es digno de la alta contemplación de Dios, el que no es ejercitado en alguna tribulación. Porque suele ser la tentación precedente, señal que vendrá la consolación. Que a los probados en tentación, es prometida la consolación celestial. Al que venciere, dice, dará a comer del árbol de la vida. Dase también la divina consolación, para que el hombre sea más fuerte para sufrir las adversidades.



  • Siervos míos, ser ejercitados en adversidades, que si todo os sucediese a vuestro gusto. Yo penetro los secretos; y sé que te conviene mucho para tu bien, que algunas veces te deje desconsolado; para que no te ensoberbezcas en los sucesos prósperos, ni quieras complacerte en ti mismo por lo que no eres. Lo que yo te di, te lo puedo quitar, y volvértelo cuando me agradare. Cuando te lo diere, mío es: cuando te lo quitare, no tomo cosa tuya, pues mía es cualquier dádiva buena y todo don perfecto. Si te enviare pesadumbre, o alguna contrariedad, no te indignes, ni desfallezca tu corazón. Presto puedo levantarte, y mudar toda pena en gozo.