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Frases de Remy De Gourmont

Frases de Remy De Gourmont

Fue un novelista, periodista y crítico de arte francés.

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  • Existe una simulación de la inteligencia, como hay una simulación de la virtud.



  • Las mujeres todavía recuerdan el primer beso después de que los hombres han olvidado el último



  • Los demonios son como perros obedientes; vienen cuando se les llama.



  • Los amos del pueblo serán siempre aquellos que puedan prometerle un paraíso.



  • El otoño es tan alegre y dulce como un final inoportuno.



  • La industria ha operado contra el artesano a favor de la polea, y también en favor del capital y contra el trabajo. Toda invención mecánica alguna ha sido más perjudicial para la humanidad de un siglo de guerra.



  • Las mujeres son pura metafísica.



  • La lógica es buena para razonar, pero mala para vivir.



  • Cada hombre debe otorgarse las emociones que él necesita y la moralidad que le conviene.



  • El arte incluye todo lo que estimula el deseo de vivir; la ciencia incluye todo lo que agudiza el deseo de saber. El arte, incluso el más desinteresado, el más desencarnado, es el auxiliar de la vida.



  • Es menester mucho ingenio para no naufragar en medio de la popularidad.



  • La vida es una serie de sensaciones conectadas a diferentes estados de conciencia.



  • El hombre ha hecho uso de su inteligencia; inventó la estupidez.



  • La lógica es buena en los razonamientos, pero en la vida no sirve para nada.



  • Saber lo que todo el mundo conoce es como no saber nada. El saber comienza allí donde el mundo comienza a ignorar. Asimismo, la verdadera ciencia está más allá de la verdadera ciencia.



  • Hemos llegado a tal punto de imbecilidad que consideramos el trabajo no sólo como honroso, sino como sagrado, siendo así que no es otra cosa que una triste necesidad.



  • La enfermedad, la vejez, la muerte: tres grandes humillaciones para el hombre.



  • ¡El ocio! He ahí la más grande y bella conquista del hombre.



  • La paz sólo se obtiene cuando es posible imponerla.



  • Todos los actos de la vida social, incluso los sentimientos, pueden clasificarse según la ley de la oferta y la demanda.