Frases de Mary Shelley

La soledad se ha convertido en mi único consuelo profundo y mortal.

Sea un hombre o sea más que un hombre. Sea firme con su propósito y firme como una piedra

La inventiva, debemos aceptarlo con humildad, no consiste en crear a partir del vacío sino crear a partir del caos.

El lobo se vestía con piel de cordero y el rebaño consentía el engaño.

Mis sueños eran mi propia, me representó para ellos a nadie, sino que eran mi refugio cuando están enojados - mi mejor placer cuando es libre.

Pero yo soy un árbol maldito, el perno ha entrado en mi alma, y ??me sentí entonces que debía sobrevivir a mostrar lo que quieras que pronto deje de ser - un espectáculo lamentable de la humanidad destrozada, miserable a los demás e intolerable para mí.

Un ser humano en su perfección debería siempre preservar la calma y paz mental, y nunca permitir que las pasiones o deseos transitorios afecten su tranquilidad.

La invención, debe ser humildemente admitida, no consiste en crear del vacío, sino del caos.

El comienzo siempre es hoy.

La mera visión del mar solía provocarme las sensaciones que experimenta un cazador cuando oye el griterío de una jauría de perros.

Vigilaré con la astucia de la serpiente, y con su veneno te morderé. ¡Mortal!, te arrepentirás del daño que me has hecho.

El ser humano que quiere alcanzar la perfección debe mantener la serenidad y la calma, sin permitir que una pasión o un deseo circunstancial se entrometa en su espíritu.

Mi mayor placer es el disfrute de un cielo sereno en medio de estos bosques verdes: me encantan todos los cambios de la Naturaleza, la lluvia, tormenta, y las hermosas nubes del cielo.

¡Extraña y desgarradora debe ser su historia y que espantosa la tormenta que, atrapando su valeroso navío, alteró su rumbo y lo hizo zozobrar así!

Aunque sea sólo un cúmulo de infelicidad, la vida me es querida y la defenderé.

La contemplación de la grandiosidad de la naturaleza siempre confirió nobleza a mis pensamientos, haciendo que olvidara las preocupaciones cotidianas.

Busca la felicidad en la tranquilidad y evita la ambición.

Si nuestros instintos se limitaran al hambre, la sed y el deseo, seríamos casi libres. Pero nos conmueve cada viento que sopla, cada palabra al azar, cada imagen que esa misma palabra nos evoca.

El verdadero terror no es más que el miedo a lo desconocido.