Frases de Maldad
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¿Quién me concederá que, vengas a mi corazón y le embriagues, para que olvide mis maldades y me abrace contigo, único bien mío?
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No hay excusa para la maldad; pero el que es malo, si lo sabe, tiene algún mérito; el vicio más irreparable es el de hacer el mal por tontería.
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Verás cuánta necedad, cuánta villanía y cuánta maldad se ocultan muchas veces bajo la máscara del sentido común.
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La política es un ejercicio moderado de la maldad, pero a la vez es imprescindible porque sin ella no hay organización social.
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Si acaso estamos enfermos de maldad, fuera de camino, tenemos un título más para ser amados por el Señor.
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Cualquier tipo de maldad es el trueno; la ingratitud es el rayo. El trueno asusta, pero el rayo mata.
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La maldad contiene los motivos de su propio tormento. Es un maravilloso artesano de una vida miserable.
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- Es usted un demonio.- Lo confieso.- Entonces ya tengo otro motivo para no verle más. Por la salvación de mi alma.
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Los seres humanos en su conjunto no aguantan mucho tiempo siendo buenos; al final la maldad regresa para volver a envenenarnos.
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Un Labrador colocó trampas en su terreno recién sembrado y capturó un número de grullas que venían a comerse las semillas. Pero entre ellas se encontraba una cigüeña, la cual se había fracturado una pata en la trampa y que insistentemente le rogaba al labrador le conservara la vida: - Te ruego me liberes, amo – decía, - sólo por esta vez. Mi quebradura exaltará tu piedad, y además, yo no soy grulla, soy una cigüeña, un ave de excelente carácter, y soy muy buena hija. Mira también mis plumas, que no son como las de esas grullas. El labrador riéndose dijo: - Será todo como lo dices, pero yo sólo sé esto:Te capturé junto con estas ladronas, las grullas, y por lo tanto te corresponde morir junto con ellas. Quien se asocia con el malvado, con él perece.
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En este mundo hay gente mala, y hay personas malas que nunca dejan de serlo. Y a veces no queda más remedio que enfrentarse a ellas.
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El brillo acerado del iris de aquellos ojos crueles volvió a sobresaltarla. Vio un extraño color en ellos, quizás el color de la maldad.
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¿Acaso has tenido que vértelas alguna vez con un verdadero malvado? –He leído sobre ellos. Dedo Polvoriento soltó una carcajada. –Caramba, es cierto, es casi lo mismo –reconoció.