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Frases de Homero

Frases de Homero

Es el nombre dado al aedo a quien tradicionalmente se atribuye la autoría de los principales poemas épicos griegos: la Ilíada y la Odisea.

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  • Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga.



  • Un compañero comprensivo puede ser tan amado y respetado como un hermano.



  • No envidies la riqueza del prójimo.



  • Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra.



  • No son en vano los más débiles, si su fuerza se une.



  • Todo hombre sabio ama a la esposa que ha elegido.



  • Las palabras vacías son maldad.



  • Dejemos que el pasado sea pasado.



  • Los hombres se cansan más de dormir, cantar, bailar y amar que de hacer la guerra.



  • La fortuna es como un vestido: muy holgado nos embaraza, y muy estrecho nos oprime.



  • La juventud tiene el genio vivo y el juicio débil.



  • Levantado el muro contra la voluntad de los inmortales dioses, no debía subsistir largo tiempo.



  • La dificultad no es tan grande para morir por un amigo, como para encontrar un amigo por el que valga la pena morir.



  • No hay nada más noble o más admirable que cuando dos personas que se encuentran cara a cara mantienen la casa como hombre y mujer, confundiendo a sus enemigos y deleitando a sus amigos.



  • Las mentes más nobles son las más inclinadas.



  • ¿Qué es la vida eterna sino aceptar el instante que viene y el instante que se va?



  • Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.



  • Los dioses tramaron desventuras para que los hombres y las generaciones venideras tuviesen sobre qué cantar.



  • Hay que agasajar al huésped cuando está en tu casa, pero también despedirlo si lo desea.



  • La vieja noche… puede vencer a todos los dioses y hombres mortales.



  • El que ama la guerra civil es un hombre sin lazos de familia, sin hogar y sin ley.



  • La juventud, pronta de temperamento, es débil de juicio.



  • No tuviste miedo de mí, porque estaba ausente.



  • ¡Ay, ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde.



  • El esclavo pierde la mitad de su alma cuando entra en servidumbre.



  • Al que está necesitado no le conviene ser vergonzoso.



  • Néstor, suave en el hablar, elocuente orador de los pilios, de cuya boca las palabras fluían más dulces que la miel.



  • La misma bajeza comete quien anima a su huésped a que se vaya, cuando éste no quiere hacerlo, que quien se lo impide cuando lo desea. Hay que agasajar al huésped cuando está en tu casa, pero también despedirlo si lo desea.



  • Tan mal esta dar prisa para que se marche al huésped que no la tiene, como retener al que quiere partir. Al forastero hay que agasajarle mientras está con nosotros, y cuando quiera marchar facilitarle la partida.



  • No hay cosa más inoportuna que el maldito estómago que nos incita por fuerza a acordarnos de él, y aun al que está muy afligido y con un gran pesar en las mientes, como yo ahora tengo el mío, lo fuerza a comer y beber. También a mí me hace olvidar todos los males, que he padecido; y me ordena llenarlo.