Frases de Homero
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Odioso para mÃ, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra.
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La dificultad no es tan grande para morir por un amigo, como para encontrar un amigo por el que valga la pena morir.
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No hay nada más noble o más admirable que cuando dos personas que se encuentran cara a cara mantienen la casa como hombre y mujer, confundiendo a sus enemigos y deleitando a sus amigos.
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Cual la generación de las hojas, asà la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.
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Los dioses tramaron desventuras para que los hombres y las generaciones venideras tuviesen sobre qué cantar.
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¡Ay, ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde.
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Néstor, suave en el hablar, elocuente orador de los pilios, de cuya boca las palabras fluÃan más dulces que la miel.
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La misma bajeza comete quien anima a su huésped a que se vaya, cuando éste no quiere hacerlo, que quien se lo impide cuando lo desea. Hay que agasajar al huésped cuando está en tu casa, pero también despedirlo si lo desea.
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Tan mal esta dar prisa para que se marche al huésped que no la tiene, como retener al que quiere partir. Al forastero hay que agasajarle mientras está con nosotros, y cuando quiera marchar facilitarle la partida.
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No hay cosa más inoportuna que el maldito estómago que nos incita por fuerza a acordarnos de él, y aun al que está muy afligido y con un gran pesar en las mientes, como yo ahora tengo el mÃo, lo fuerza a comer y beber. También a mà me hace olvidar todos los males, que he padecido; y me ordena llenarlo.