Frases de George Santayana
Fue un filósofo, ensayista, poeta y novelista español.
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Estar interesado en los cambios de estación es un estado más feliz que estar enamorado siempre de la primavera.
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Un hombre es moralmente libre cuando en completa posesión de su humanidad, juzga el mundo, y juzga a otros hombres con una sinceridad contundente.
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Todo el aspecto sentimental de nuestra sensibilidad estética —sin el cual ésta serÃa perceptiva y matemática más que estética- se debe a nuestra constitución sexual remotamente excitada.
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Estar interesado en las estaciones cambiantes es un estado de ánimo más feliz que estar irremediablemente enamorado de la primavera.
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Para deleitarse con la guerra es un mérito en el soldado, una cualidad peligrosa del capitán, y un crimen de positivo en el Estado.
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Me gusta caminar por entre las cosas hermosas que adornan el mundo, pero la riqueza privada que deberÃa disminuir, o cualquier tipo de objetos personales, porque se quitan mi libertad.
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Cuando los hombres y las mujeres están de acuerdo, es sólo en sus conclusiones, sus motivos son siempre diferentes.
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No tiene los malhechores para los amigos, no tienen las personas de bajos para los amigos: que la gente virtuosa para los amigos, tiene para los amigos el mejor de los hombres.
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No es culpa de la sociedad que la mayorÃa de los hombres parecen perder su vocación. La mayorÃa de los hombres no tienen vocación.
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El mundo es una caricatura perpetua de sà mismo; en todo momento es la burla y la contradicción de lo que pretende ser.
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La mente del Renacimiento no era una mente peregrina, sino una mente urbana sedentaria, como la de los antiguos.
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Se necesita paciencia para apreciar la dicha doméstica; los espÃritus volátiles prefieren la infelicidad.
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El mundo es una perpetua caricatura de sà misma, en cada momento es la burla y la contradicción de lo que pretende ser.
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El grado en el que la imaginación de un poeta domina la realidad es que, al final, la medida exacta de su importancia y dignidad.
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Un hombre joven que todavÃa no haya llorado es un salvaje, y un anciano que no sepa reÃrse es un insensato.
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No hay remedio ni para el nacimiento ni para la muerte. Lo único que nos resta es poder aprovechar el intervalo.
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Para un hombre que ha cumplido con sus deberes naturales, la muerte es tan natural y bienvenida como el sueño.