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Ni aun permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar puede el hombre escapar a la sentencia de su destino.
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El que aprende debe sufrir. E incluso en nuestro sueño, el dolor que no puede olvidar cae gota a gota sobre el corazón, y en nuestra propia desesperación, contra nuestra voluntad, nos llega la sabiduría por la terrible gracia de Dios.
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Y el que es solo por su propia voluntad(libre albedrío) no carecerá de felicidad; y él nunca llegará a la ruina absoluta.
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