Frases de Erich Fromm
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Vivimos en un mundo de cosas, y nuestra única conexión con ellas es que sabemos cómo manipularlas o consumirlas.
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La avaricia es un pozo sin fondo que agota a la persona en un esfuerzo sin fin para satisfacer la necesidad sin alcanzar nunca la satisfacción.
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El verdadero amor es como un par de calcetines: tienes que tener dos y tienen que coincidir en los sentimientos.
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La verdadera oposición es la que existe entre el hombre atado al ego, cuya existencia está estructurada por el principio de tener, y el hombre libre, que ha superado su egocentrismo.
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¿Por qué a los seres humanos contemporáneos les fascina comprar y consumir, y sin embargo sienten muy poco apego por lo que compran?
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Solo en la medida en que la práctica de la vida se vea libre de sus contradicciones y de su irracionalidad, el mapa podrá corresponder a su realidad.
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La economía como esencia de la vida es una enfermedad mortal, porque un crecimiento infinito no armoniza con un mundo finito.
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Si percibo en otra persona nada más que lo superficial, percibo principalmente las diferencias, lo que nos separa. Si penetro hasta el núcleo, percibo nuestra identidad, el hecho de nuestra hermandad.
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Si una persona ama sólo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica o un egotismo ampliado.
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Vivir correctamente ya no es una demanda ética o religiosa. Por primera vez en la historia, la supervivencia física de la especie humana depende de un cambio radical del corazón humano.
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El egoísmo que genera el sistema hace que los gobernantes antepongan su éxito personal a su responsabilidad social.
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Dar produce más felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad.
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El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no convierte esos vicios en virtudes.
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Si es una virtud amar al prójimo como ser humano, debe ser una virtud, y no un vicio, amarme a mí mismo, ya que yo también soy un ser humano.
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La crueldad misma está motivada por algo más profundo: el deseo de conocer el secreto de las cosas y de la vida.
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El carácter mercantil está dispuesto a dar, pero sólo a cambio de recibir; para él, dar sin recibir significa una estafa.
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La función del Estado es establecer normas para un consumo sano, opuestas al consumo patológico e indiferente.
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Mientras todo el resto del mundo desee tener más, se formarán clases, habrá guerra de clases, habrá una guerra internacional
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La actitud inherente al consumismo es devorar todo el mundo. El consumidor es eterno niño de pecho que llora reclamando su biberón. Esto es obvio en los fenómenos patológicos, como el alcoholismo y la adicción a las drogas.
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Los consumidores modernos pueden identificarse con la formula siguiente: yo soy = lo que tengo y lo que consumo.
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Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable.
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En una cultura en la que prevalece la orientación mercantíl y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
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La pretensión de los comunistas de que su sistema pondrá fin a la guerra de clases al suprimir las clases, es una ficción, porque su sistema se basa en el consumo ilimitado como meta de vida.
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El amor infantil sigue el principio: Amo porque me aman. El amor maduro obedece al principio: Me aman porque amo. El amor inmaduro dice: Te amo porque te necesito. El amor maduro dice: Te necesito porque te amo.
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La religión sirve sencillamente para que las masas se resignen más sencillamente a las muchas frustraciones que presenta la realidad.
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Otra explicación es que el egoísmo que genera el sistema hace que los gobernantes antepongan su éxito personal a su responsabilidad social.
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Al mismo tiempo, el publico en general esta tan egoístamente preocupado por sus asuntos particulares que presta muy poca atención a los problemas que trascienden el terreno personal.
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