Frases de Charles Spurgeon

Cercanía a Dios trae parecido a Dios. Cuanto más veas a Dios, más de Dios será visto en ti

Lo que pienses o lo que sepas no importa, a menos que te lleve a glorificar a Dios y a ser agradecido

La sinceridad hace que la persona menos pensada se vuelva más valiosa que el más talentoso hipócrita.

No existe un pecado que el cristiano no pueda vencer, si descansa en Dios para hacerlo.

La ansiedad no libera el mañana de sus penas, solo vacía el presente de su fortaleza.

Una mentira ya ha recorrido medio mundo cuando la verdad apenas se está atando los zapatos.

La ansiedad no vacía el mañana de sus penas, sino que vacía el presente de su fuerza.

Por perseverancia el caracol llegó al arca.

Dar es cierto que tiene.

Nadie es tan miserable como el pobre que mantiene la apariencia de riqueza.

Muchos hombres deben la grandeza de su vida a sus tremendas dificultades.

El mayor enemigo de las almas humanas es el espíritu de justicia propia que hace que los hombres se ven a sí mismos para la salvación.

Un temperamento vigoroso no es del todo un mal. Los hombres que son fácil como un zapato viejo son generalmente de poco valor.

El amor nunca pregunta qué beneficio obtendrá del amor. El amor por su propia naturaleza es una cosa desinteresada. Ama por el bien de la criatura que ama, y ​​nada más.

La sinceridad hace a la persona más pequeña de más valor que el hipócrita más talentoso.

Mi Salvador murió por mí mucho antes de que yo tuviera fé.

Estoy tan contento que Dios me haya escogido antes de la fundación del mundo, porque nunca me hubiera escogido después de que nací.

Somos salvados por medio de la fé pero es por gracia, divulguen como con trompeta de arcángel estas palabras: por gracia sois salvos.

Para el cuello sin gracia, el yugo de Cristo es intolerable, pero para el pecador salvado es fácil y ligero.

Puede que haya algunos pecados de los que el hombre no pueda hablar, pero no hay pecado que la sangre de Cristo no pueda lavar.

La moralidad puede mantenerte fuera de la cárcel pero sólo la sangre de Cristo puede mantenerte fuera del infierno.

La salvación es el trabajo de Dios. Sólo Él es quien renueva el alma ‘muerta en sus transgresiones y pecados’, y sólo Él es quien mantiene mi alma en su vida espiritual. Él es tanto el ‘Alfa’ como la ‘Omega’; La salvación viene del Señor.

Los intentos de conversión de un hombre siempre terminan mal. Son sólo aquellos a quienes Dios convierte los que perduran.

Movido solamente por su piedad, Él desarrolla un plan para rescatarlos del pecado y sus consecuencias; un plan en el que la gracia es el principal atributo.

Doy gracias a Dios por haberme elegido para salvación, porque yo nunca lo hubiera elegido a Él.

Estás obligado a confesar que es por gracia, y desechar los pensamientos, que fue por tu fe, o por tus buenas obras, que el señor te eligió.

La complicidad con el error quitará al mejor de los hombres el poder de participar en cualquier protesta exitosa contra él.

Si fuera católico romano, me convertiría en hereje, de pura desesperación, porque preferiría ir al cielo antes que ir al purgatorio.

Siempre sabrás si estás liberado de la culpa del pecado respondiendo a esta pregunta: ¿Estoy liberado del amor al pecado?

Demasiados piensan a la ligera en el pecado, y por lo tanto piensan a la ligera en el Salvador.

Fingir que confías en Cristo para que te salve del pecado mientras sigues decidido a continuar en él, es una burla a Cristo.

La verdadera oración se mide por peso, no por longitud. Un solo gemido ante Dios puede tener más plenitud de oración que una fina oración de gran extensión.

La obediencia es el valor práctico más elevado.

Es la prueba más segura de la enemistad natural del hombre contra Dios que se atreve a imputar falsedad a quien es la verdad misma.

No es cuánto tenemos, sino cuánto disfrutamos, lo que hace la felicidad.

La sinceridad hace que la persona menos valiosa sea más valiosa que el hipócrita más talentoso.

Cuando tu voluntad es la voluntad de Dios, tendrás voluntad.

Deberíamos evitar la ingratitud y vivir diariamente en la atmósfera celestial de amor agradecido.

El libre albedrío llevó muchas almas al infierno, pero nunca un alma al cielo.

E iré tan lejos como Martín Lutero, en esa fuerte afirmación suya, donde dice: «Si alguno atribuye alguna salvación, incluso la más mínima, al libre albedrío del hombre, no sabe nada de la gracia, y no ha aprendido a Jesucristo correctamente».