Frases de Antonio Machado
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En el análisis psicológico de las grandes traiciones encontraréis siempre la mentecatez de Judas Iscariote.
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Que dos y dos sean necesariamente cuatro, es una opinión que muchos compartimos. Pero si alguien sinceramente piensa otra cosa, que lo diga. Aquà no nos asombramos de nada.
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Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien.
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El hombre sólo es rico en hipocresÃa. En sus diez mil disfraces para engañar confÃa; y con la doble llave que guarda su mansión para la ajena hace ganzúa de ladrón.
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Está el hoy abierto al mañana. Mañana, al infinito. Hombres de España: ni el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer escrito.
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Cuando recordar no pueda, ¿dónde mi recuerdo irá? Una cosa es el recuerdo y otra cosa es recordar.
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Cuatro principios a tener en cuenta: lo contrario es también frecuente. No basta mover para renovar. No basta renovar para mejorar. No hay nada que sea absolutamente empeorable.
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El hombre, a quien el hambre de la rapiña acucia, de ingénita malicia y natural astucia, formó la inteligencia y acaparó la tierra. ¡y aún la verdad proclama! ¡supremo ardid de guerra!.
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En el corazón tenÃa la espina de una pasión. Logré arrancármela un dÃa: ya no siento el corazón.
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En polÃtica sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela.
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¿Para qué llamar caminos a los surcos del azar? Todo el que camina anda, como Jesús, sobre el mar.
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Amigo, no pretendas ser el hacedor de sueños, ni el arquitecto de torres que se pierden en el cielo, sé lo que eres, un simple caminante en la vida, pero aquel que camina siempre a mi lado, a la par. Tu risa y tu llanto, tus alegrÃas y dolores, han sido faros en la noche y oasis en el desierto, juntos hemos recorrido caminos, entre espinas y flores, y en cada paso, en cada huella, se encuentra nuestro encuentro. Amiga, no cambies nunca, sigue siendo ese faro, que alumbra mis orillas y me guÃa en la tormenta, y si algún dÃa nos perdemos, en la lejanÃa del tiempo, que el rumor del viento nos recuerde nuestra senda.
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