Es reconfortante que el viaje tenga una
Es reconfortante que el viaje tenga una arquitectura, y que sea posible contribuir a ella con algunas piedras, aunque el viajero se parece menos a quien construye paisajes -pues ésa es una tarea sedentaria- que a quien los destruye. . . . Pero incluso la destrucción es una forma de arquitectura, una deconstrucción que sigue ciertas reglas y cálculos, un arte de desmontar y volver a montar, o de crear otro orden diferente.
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